Javier Aspiroz, un ganadero de Corrientes, arguye que la lucha contra la garrapata en Argentina ha estado equivocada y dominada por una minoría que promueve una postura “estatizante”. Aspiroz critica las estrategias actuales y aboga por un enfoque diferente, sugiriendo que las políticas existentes han sido ineficaces y han limitado las opciones de los ganaderos en su control de esta plaga.
Javier Aspiroz, ganadero en el sur de Corrientes desde los años ochenta, discute la problemática de la garrapata y su erradicación en la región. Explica que, aunque en el pasado se promovió una lucha agresiva contra este parásito, la realidad es que la erradicación resultó ser imposible, especialmente en climas subtropicales donde la garrapata se encuentra en condiciones ideales para proliferar. Aspiroz critica las estrategias históricas que subestimaron la difícil situación y reconoce que, a pesar de las campañas, la garrapata sigue siendo un desafío permanente en Corrientes y otras áreas del norte.
Javier sostiene que la predica sobre la erradicación de la garrapata está motivada por el interés de ciertas organizaciones en asegurar financiamiento, especialmente ante la posibilidad de que la vacunación antiaftosa obligatoria termine. En Corrientes, la FUCOSA, similar a la FUCOFA, busca ampliar sus competencias para justificar su existencia. A pesar de presentarse como defensores de una causa, las estrategias de estos erradicantes han fracasado en su intento de erradicar la garrapata, implicando que los costos de estos fracasos recaerían sobre la región de Corrientes.
La discusión aborda la necesidad de mentir sobre los avances en el control de garrapatas para asegurar financiamiento, resaltando que, aunque hubo progresos iniciales al desarrollar moléculas químicas, la garrapata evoluciona más rápidamente que los productos químicos diseñados para combatirla. Se menciona que la estrategia de control en Estados Unidos no busca erradicar completamente a las garrapatas por razones zootécnicas, sino para facilitar el transporte de ganado resistente al frío hacia los frigoríficos en el norte.
Aspiroz explica que existen dos problemas sanitarios relacionados con las garrapatas en el ganado. El primero es la extracción de sangre que realizan, la cual solamente causa daño significativo si hay al menos 50 garrapatas adultas en un cuarto trasero del animal, aunque esto puede controlarse con un par de tratamientos al año. El segundo problema es que las garrapatas son vectores de enfermedades, siendo la más relevante la enfermedad de la tristeza bovina, que es un complejo de varias patologías. La garrapata transmite únicamente la babesiosis, mientras que la anaplasmosis se transmite por tábano o a través de jeringas durante la vacunación, y se observa un aumento en las garrapatas y en casos de tristeza después de las vacunaciones.
El texto expone una crítica a las campañas de erradicación de la garrapata en la ganadería argentina, argumentando que estas acciones debilitan la inmunidad natural del ganado. El productor Javier sostiene que la erradicación impide que los terneros desarrollen defensas contra la enfermedad, generando un ciclo de dependencia y desventajas para los ganaderos. Propone que, en lugar de exterminar el parásito, se debería buscar una convivencia con la garrapata, respetando los límites ecológicos y biológicos, y rediseñar las responsabilidades entre las distintas zonas afectadas. Resalta que las medidas actuales conllevan altos costos y sufrimiento para los animales, y critica la mentalidad estatista que perpetúa este enfoque, sugiriendo que la solución radica en fomentar la inmunidad natural del ganado y reorientar los esfuerzos hacia estrategias más efectivas y sostenibles.