FALLECIMIENTO DEL PAPA

El papa Francisco, conocido como Jorge Mario Bergoglio, falleció, dejando un legado significativo como líder espiritual y político del siglo XXI. Su elección como papa el 13 de marzo de 2013 marcó el comienzo de una trayectoria notable que lo convirtió en una figura de relevancia histórica en la Iglesia católica.

El papa Francisco falleció a los 88 años, según anunció el Vaticano en un comunicado a través de Telegram. Su muerte ocurrió un día después de su última aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro durante la celebración de Pascua, que se convirtió en su último mensaje al mundo.

 

“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, declaró el cardenal Kevin Farrell, quien leyó el comunicado oficial del Vaticano. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.

El papa Francisco había sido dado de alta el 23 de marzo tras una hospitalización de 38 días por una neumonía grave. Según fuentes vaticanas, su estado de salud había sido delicado y había enfrentado dos episodios críticos en el año.

A pesar de su convalecencia, el papa Francisco participó brevemente en la misa de Pascua y dirigió la bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la basílica de San Pedro, donde deseó un “feliz domingo de Pascua” y abogó por la “libertad de pensamiento y la tolerancia”. Miles de personas se reunieron en la plaza para verlo, lo que generó una ovación, considerándola como un acto de fortaleza espiritual a pesar de las secuelas visibles de su enfermedad.

Jorge Bergoglio, conocido como el papa Francisco, será recordado como una figura clave en la geopolítica mundial del siglo XXI, representando un ingeniero espiritual, político y cultural. Tras el duelo por su fallecimiento, los argentinos tendrán la oportunidad de reflexionar sobre sus 12 años de pontificado innovador. Su figura ha colocado a Argentina en el mapa mundial, un acontecimiento que con el tiempo se valorará aún más. La clase dirigente del país debe hacer una introspección para evaluar si han honrado este legado, que debería servir como inspiración para sus acciones futuras.

La elección de Jorge Mario Bergoglio como papa el 13 de marzo de 2013 sorprendió al mundo, pero una mirada retrospectiva revela señales de su trayectoria. Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936 en una familia de inmigrantes, Bergoglio fue influenciado por su abuela en su vocación religiosa. Se unió al seminario de la Compañía de Jesús a los 21 años y fue ordenado sacerdote en 1969. En 1973, fue nombrado provincial de los jesuitas en Argentina y, entre 1980 y 1986, presidió el Colegio Máximo de San Miguel, un importante centro universitario jesuita.

Jorge Bergoglio, a pesar de su excepcional personalidad, enfrentó incomprensión en su trayectoria. En 1991, fue asignado a Córdoba como confesor en la Compañía de Jesús, un cargo que no reflejaba su talento y que se interpretó como un “exilio interior” debido a luchas internas dentro de su orden. Sin embargo, el cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires, reconoció su potencial y pronunció una frase premonitoria sobre su futuro. En 1992, Bergoglio fue ordenado obispo por Juan Pablo II y nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires, convirtiéndose en la mano derecha de Quarracino, a quien sucedió tras su fallecimiento en 1998.

Bergoglio fue promovido en varias ocasiones por superiores que reconocieron su talento, siendo la segunda vez bajo el cardenal Ratzinger. Cuando fue designado obispo a los 55 años, era un desconocido para muchos argentinos y un outsider en la institución, con una trayectoria poco convencional. En la arquidiócesis de Buenos Aires, se destacó por organizar la Pastoral Villera, enfocar su atención en los más necesitados y ofrecer homilías teológicas que han quedado como parte de su legado.

Bergoglio destacó a nivel mundial por su capacidad de trabajo, diálogo, síntesis y sus propuestas para la renovación de la Iglesia. Su primera aparición notable fue tras ser nombrado cardenal en 2001, cuando reemplazó al cardenal Edward Egan como expositor en el sínodo de obispos después de los atentados del 11 de septiembre. La segunda fue en 2007, en la V Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Aparecida, donde redactó el documento final que definió las bases de su pontificado. A pesar de estos logros, enfrentó la incomprensión en su país, como evidenció la fría felicitación de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Durante la crisis política, social y económica de 2001, la Iglesia, bajo su liderazgo, actuó como mediadora en la creación de la Mesa del Diálogo Argentino, facilitando el diálogo entre distintos sectores de la sociedad.

A pesar de su influencia, Jorge Bergoglio y la Iglesia Católica enfrentaron animosidad por parte de Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández, quienes se mostraron intolerantes a las críticas y buscaban satisfacer a un progresismo agnóstico que apoyaba su gobierno. Las críticas de Bergoglio al “exhibicionismo” político y al aumento de la pobreza resonaban con descontento en el gobierno. Internamente, también tuvo adversarios que intentaron asegurar la aceptación inmediata de su renuncia al cumplir 75 años, ignorando que el Papa Benedicto XVI ya lo valoraba. En 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, resurgieron acusaciones infundadas de complicidad con la dictadura, y Bergoglio fue interrogado por la justicia sobre la desaparición de dos sacerdotes jesuitas en 1976.

Exintegrantes de organizaciones armadas acusaron cínicamente a Jorge Bergoglio de desproteger a sus militantes enfrentados al aparato represivo, a pesar de que él en realidad les salvó la vida. Bergoglio no compartía la opción por la lucha armada que atrajo a algunos sacerdotes en los años 60 y 70, ni se alineó con la Teología de la Liberación, lo que resultó inaceptable para quienes optaron por la violencia. Sin embargo, en marzo de 2014, hizo una reflexión autocrítica sobre el manejo de la utopía en América Latina, lamentando cómo algunos miembros de la Acción Católica terminaron en la guerrilla. Con el tiempo, varios autores reconocieron el papel de Bergoglio y su ayuda a muchos durante la represión ilegal.

En 2010, Jorge Bergoglio se opuso al proyecto de legalización del matrimonio homosexual enviado por el gobierno al Congreso. Tras la renuncia de Benedicto XVI en 2013, un líder del lobby LGBT afirmó que había desbaratado la candidatura de Bergoglio, lo que subestimó el proceso de selección papal. En ese momento, pocos consideraban a Bergoglio un candidato viable, y él mismo se preparó para un retiro en la casa de los jesuitas. Su aislamiento se evidenció cuando el entonces jefe de Gobierno, Mauricio Macri, no asistió a su último Te Deum en Buenos Aires antes de convertirse en Papa. Sin embargo, sorpresivamente, Bergoglio fue elegido como el primer Papa no europeo y el primer jesuita, marcando un cambio significativo en la historia de la Iglesia, al llegar desde las periferias.

Cristina Kirchner y la elite argentina se beneficiaron de la actitud indulgente de Jorge Bergoglio, quien evitó responder con rencor tras su elección como Papa. Su nombramiento llevó a una reflexión sobre su pasado y los signos que lo precedieron, especialmente en la Conferencia de Aparecida, donde se definió su visión de una Iglesia “en salida” que atienda a las periferias humanas. Aunque para muchos fue inesperado, su elección puede no haber sido tan sorpresiva para la cúpula eclesiástica, habituada a trabajar en la discreción y a largo plazo. El impacto del pontificado de Bergoglio aún no puede evaluarse completamente, ya que sus esfuerzos influirán en el futuro de la Iglesia, y su legado comenzará a ser más claro con el nombramiento de su sucesor.

El papa Francisco, conocido como Jorge Mario Bergoglio, falleció a los 88 años el 21 de abril de 2025 debido a un paro cardíaco mientras dormía en la Casa Santa Marta del Vaticano. Había tenido problemas de salud en el último año, incluyendo hospitalizaciones por problemas respiratorios y movilidad, pero había estado estable recientemente. Su última aparición pública fue en la bendición de Pascua, donde se presentó en silla de ruedas. Bergoglio, nacido en Buenos Aires, fue sacerdote, arzobispo y el primer papa jesuita y latinoamericano, elegido en 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI. Su legado se centra en su dedicación al servicio, la promoción de valores evangélicos y el apoyo a los más necesitados.